Laurinho tenía tan solo ocho años, pero era muy despierto e inteligente.
Cierto día, en el colegio, él escuchó a la profesora hablar sobre la existencia del “alma” explicando que ella es inmortal y, por ello, ya existía antes de esa vida y continuaría existiendo después de la muerte del cuerpo.
Para finalizar, la profesora que era espírita completó:
El sueño es un estado
muy parecido al de la muerte, porque el espíritu se desprende del cuerpo y va
para donde quiera irse. La diferencia es que, el sueño lo recordamos todas las
mañanas; y, cuando ocurre la muerte del cuerpo material, el espíritu no vuelve
más a habitar aquel cuerpo de carne.
Laurinho escuchó con mucha atención y se preocupó con las palabras de la profesora.
En verdad, no entendía
muy bien como eso podría pasar. Además, no sabía si creía en “espíritus”.
Será que tenemos de verdad un alma o
espíritu?. Preguntó.
Nosotros no tenemos
un alma o espíritu, Laurinho. “Nosotros somos” el espíritu, respondió la
profesora.
Laurinho estaba
sorprendido. El nunca oyera a nadie hablar sobre ese asunto!
Así, volvió pensativo y
con muchas dudas para casa, el resto del día no consiguió pensar
en otra cosa.
Por la noche, hizo una
pequeña oración para Jesús, que su madre le enseñara, y se acostó. No tardó
mucho y ya estaba dormido.
Algún tiempo después,
Laurinho se despertó. Sintió sed y fue a por agua.
Se notaba más ligero,
bien dispuesto. Al mirar su cama, se llevó un susto. Se vio a si mismo
durmiendo.
¿Cómo podría estar en
dos lugares al mismo tiempo?...
Se acordó de lo que
había dicho su profesora.
Que Guay! Entonces,
ese es mi cuerpo espiritual y estoy fuera del cuerpo de carne!
Le pareció graciosa la
situación, salió de su habitación y caminó por la casa.
Sus padres aún estaban despiertos y Laurinho vio a su mamá en sus labores de tejer y a su papá leyendo un libro en su silla de balancear preferida.
Sus padres aún estaban despiertos y Laurinho vio a su mamá en sus labores de tejer y a su papá leyendo un libro en su silla de balancear preferida.
Fue hasta la cocina a
beber agua, pero no consiguió coger el vaso, pues su mano pasaba por él sin
conseguir atraparlo.
Vio a su gatito Xuxu que estaba ronroneando en un rincón de la cocina y fue a jugar con él.
Vio a su gatito Xuxu que estaba ronroneando en un rincón de la cocina y fue a jugar con él.
Xuxu! Xuxu!. Le
llamó.
El gatito se despertó,
soñoliento. Laurinho se acercó y le acarició, erizando sus pelos, maulló y
corrió a esconderse en la habitación junto a la cocina, y se acostó en medio de toda la ropa,
como si tuviera miedo.
Laurinho resolvió
dejar a Xuxu tranquilo y volver a su habitación.
Al pasar por el salón,
vio al abuelo Carlos al lado de su mamá. El abuelo, sonriente, le dijo:
Cuida de tu mamá para
mi, Laurinho. Dile que estoy muy bien.
El niño, ya con sueño, volvió
para su habitación y se acostó.
Al día siguiente,
Laurinho se despertó temprano para ir al cole. Se cambió la ropa y se fue a
desayunar a la cocina donde su mamá le preparaba el desayuno.
Se sentaron. La señora
le comentó, mientras ponía la leche a su tasa:
Que raro! No sé dónde
está tu gatito. Siempre que nos sentamos a la mesa para las comidas, Xuxu se acerca
para que le demos algo. Estoy despierta desde hace horas y todavía no ha
aparecido.
En aquel momento, Laurinho
recordó al sueño que tuvo y le afirmó:
Sé levantó, fue
hasta la habitación junto a la cocina, abrió la puerta y Xuxu salió estirándose perezoso.
¿Cómo sabias que él
estaba ahí?, preguntó su papá, curioso.
Laurinho les contó su
sueño, dejando a sus padres sorpresos. Después continuó:
Y hay más... El
abuelo Carlos, que estaba en el salón a tu lado mamá, me pidió que te cuidara y
que te dijera que él está muy bien.
Emocionada, la señora,
cuyo padre había muerto hacía unos meses, exclamó:
Pero tu abuelo ya
murió, hijo mío!
Pues yo le he visto
muy vivo, mamá. Y ni siquiera me acordé que ya estaba muerto.
Los padres de Laurinho
no pudieron contener su satisfacción y se abrazaron, dándose cuenta que algo
grandioso había pasado en aquella noche.
Ellos, que no creían en
nada, sentían ahora una nueva esperanza en sus corazones, gracias al sueño de
su hijo Laurinho.
Y el niño, de ojos muy vivos, dijo:
Mi profesora tenía la
razón, la muerte no existe…!!
Tía Celia.
Traducción: Isabel Goncales e revisao Yolanda Duran
Fuente: El Consolador - Revista Semanal de Divulgación Espírita.
Autora: Célia Xavier Camargo.
Las historias relacionadas
aquí fueron retiradas, en su mayoría, del periódico Seara Espírita, de
responsabilidad del Grupo Espírita Seara do Mestre, publicación mensual,
actualmente con 50.000 ejemplares, y otras fueron creadas por evangelizadores
para sus clases de evangelización. Fuente :http://www.searadomestre.com.br/
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