sábado, 4 de agosto de 2012

El Sueño de Laurino


        
Laurinho tenía tan solo ocho años, pero era muy despierto e inteligente.

Cierto día, en el colegio, él escuchó a la profesora hablar sobre la existencia del “alma” explicando que ella es inmortal y, por ello, ya existía antes de esa vida y continuaría existiendo después de la muerte del cuerpo. 

Para finalizar, la profesora que era espírita completó:

El sueño es un estado muy parecido al de la muerte, porque el espíritu se desprende del cuerpo y va para donde quiera irse. La diferencia es que, el sueño lo recordamos todas las mañanas; y, cuando ocurre la muerte del cuerpo material, el espíritu no vuelve más a habitar aquel cuerpo de carne.

Laurinho escuchó con mucha atención y se preocupó con las palabras de la profesora.

En verdad, no entendía muy bien como eso podría pasar. Además, no sabía si creía en “espíritus”.

Será que tenemos de verdad un alma o espíritu?. Preguntó.

Nosotros no tenemos un alma o espíritu, Laurinho. “Nosotros somos” el espíritu, respondió la profesora.

Laurinho estaba sorprendido. El nunca oyera a nadie hablar sobre ese asunto!

Así, volvió pensativo y con muchas dudas para casa, el resto del día no consiguió pensar en otra cosa.

Por la noche, hizo una pequeña oración para Jesús, que su madre le enseñara, y se acostó. No tardó mucho y ya estaba dormido.

Algún tiempo después, Laurinho se despertó. Sintió sed y fue a por agua.

Se notaba más ligero, bien dispuesto. Al mirar su cama, se llevó un susto. Se vio a si mismo durmiendo.  

¿Cómo podría estar en dos lugares al mismo tiempo?...

Se acordó de lo que había dicho su profesora.

Que Guay! Entonces, ese es mi cuerpo espiritual y estoy fuera del cuerpo de carne!

Le pareció graciosa la situación, salió de su habitación y caminó por la casa. 

Sus padres aún estaban despiertos y Laurinho vio a su mamá en sus labores de tejer y a su papá leyendo un libro en su silla de balancear preferida.

Fue hasta la cocina a beber agua, pero no consiguió coger el vaso, pues su mano pasaba por él sin conseguir atraparlo.

Vio a su gatito Xuxu que estaba ronroneando en un rincón de la cocina y fue a jugar con él.

Xuxu! Xuxu!.  Le llamó.

El gatito se despertó, soñoliento. Laurinho se acercó y le acarició, erizando sus pelos, maulló y corrió a esconderse en la habitación junto a la cocina, y se acostó en medio de toda la ropa, como si tuviera miedo.


Laurinho resolvió dejar a Xuxu tranquilo y volver a su habitación.              

Al pasar por el salón, vio al abuelo Carlos al lado de su mamá. El abuelo, sonriente, le dijo:

Cuida de tu mamá para mi, Laurinho. Dile que estoy muy bien.

El niño, ya con sueño, volvió para su habitación y se acostó.

Al día siguiente, Laurinho se despertó temprano para ir al cole. Se cambió la ropa y se fue a desayunar a la cocina donde su mamá le preparaba el desayuno.

Se sentaron. La señora le comentó, mientras ponía la leche a su tasa:

Que raro! No sé dónde está tu gatito. Siempre que nos sentamos a la mesa para las comidas, Xuxu se acerca para que le demos algo. Estoy despierta desde hace horas y todavía no ha aparecido.

En aquel momento, Laurinho recordó al sueño que tuvo y le afirmó:

Sé levantó, fue hasta la habitación junto a la cocina, abrió la puerta y Xuxu salió estirándose perezoso.

¿Cómo sabias que él estaba ahí?, preguntó su papá, curioso.

Laurinho les contó su sueño, dejando a sus padres sorpresos. Después continuó:

Y hay más... El abuelo Carlos, que estaba en el salón a tu lado mamá, me pidió que te cuidara y que te dijera que él está muy bien.

Emocionada, la señora, cuyo padre había muerto hacía unos meses, exclamó:

Pero tu abuelo ya murió, hijo mío!

Pues yo le he visto muy vivo, mamá. Y ni siquiera me acordé que ya estaba muerto.

Los padres de Laurinho no pudieron contener su satisfacción y se abrazaron, dándose cuenta que algo grandioso había pasado en aquella noche.

Ellos, que no creían en nada, sentían ahora una nueva esperanza en sus corazones, gracias al sueño de su hijo Laurinho.

Y el niño, de ojos muy vivos, dijo:

Mi profesora tenía la razón, la muerte no existe…!!


Tía Celia.

Traducción: Isabel Goncales e revisao Yolanda Duran

Fuente: El Consolador - Revista Semanal de Divulgación Espírita.
Autora: Célia Xavier Camargo.


Las historias relacionadas aquí fueron retiradas, en su mayoría, del periódico Seara Espírita, de responsabilidad del Grupo Espírita Seara do Mestre, publicación mensual, actualmente con 50.000 ejemplares, y otras fueron creadas por evangelizadores para sus clases de evangelización.  Fuente :http://www.searadomestre.com.br/

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