Doguito es un perrito blanco con pecas negras. Él vive con sus padres, Doña Pintada y Don Negro, en una casa con un
bonito jardín.
Doguito no es un perrito obediente. Siempre reclama para ayudar en las tareas de la casa y nunca quiere ducharse.
Doña Pintada siempre le dice:
Usted tiene que ducharse mi hijo. ¡Si te quedas sucio va a enfermarse y llenarte de pulgas!
Pero él no obedecía. Creía que sus padres no tenían razón, reclamaba y se escondía debajo de la cama.
Un día Doguito resolvió huir. Pensó: “Si yo huyo no tendré que ducharme ni tampoco obedecer a nadie, nunca más”.
Y huyó. Caminó mucho, encontró con unos perritos y jugó todo el día. Cuando anocheció sus nuevos amigos fueron para casa y Doguito se quedó solo, en un sitio distinto, sin tener para dónde ir. Quiso volver a casa, pero estaba perdido. Con hambre y frío, ladró mucho, reclamó, paro nadie le dio atención.
El perrito pensó en su cama caliente, en el cariño de sus padres y se arrepintió de tener huido de casa. Se sentó en un banco de la acera y, con miedo, lloró bajito. Se acordó, entonces, de hacer una oración pidiendo a Dios que le ayudase a volver a casa.
Poco tiempo después, oyó un ladro:
¡Doguito! ¡Doguito!
Eran sus padres, buscando por él. Doguito se quedó muy contento en verlos. Agradeció a Dios por la ayuda y les dio un fuerte abrazo. Prometió ser un hijo obediente y nunca más huir de casa.
Doguito no es un perrito obediente. Siempre reclama para ayudar en las tareas de la casa y nunca quiere ducharse.
Doña Pintada siempre le dice:
Usted tiene que ducharse mi hijo. ¡Si te quedas sucio va a enfermarse y llenarte de pulgas!
Pero él no obedecía. Creía que sus padres no tenían razón, reclamaba y se escondía debajo de la cama.
Un día Doguito resolvió huir. Pensó: “Si yo huyo no tendré que ducharme ni tampoco obedecer a nadie, nunca más”.
Y huyó. Caminó mucho, encontró con unos perritos y jugó todo el día. Cuando anocheció sus nuevos amigos fueron para casa y Doguito se quedó solo, en un sitio distinto, sin tener para dónde ir. Quiso volver a casa, pero estaba perdido. Con hambre y frío, ladró mucho, reclamó, paro nadie le dio atención.
El perrito pensó en su cama caliente, en el cariño de sus padres y se arrepintió de tener huido de casa. Se sentó en un banco de la acera y, con miedo, lloró bajito. Se acordó, entonces, de hacer una oración pidiendo a Dios que le ayudase a volver a casa.
Poco tiempo después, oyó un ladro:
¡Doguito! ¡Doguito!
Eran sus padres, buscando por él. Doguito se quedó muy contento en verlos. Agradeció a Dios por la ayuda y les dio un fuerte abrazo. Prometió ser un hijo obediente y nunca más huir de casa.
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aquí fueron retiradas, en su mayoría, del periódico Seara Espírita, de
responsabilidad del Grupo Espírita Seara do Mestre, publicación mensual,
actualmente con 50.000 ejemplares, y otras fueron creadas por evangelizadores
para sus clases de evangelización. Fuente:
http://www.searadomestre.com.br/
Click aquí para escuchar el audio de esta historia:
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